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Ayuda, para qué? Yo puedo sola/o (II Parte)

En la primera parte decíamos que para nosotros tiene sentido aprender a gestionar las emociones que se experimentan cuando vivimos cambios y pérdidas en la vida por varias razones; y, explicábamos el por qué de la primera que es responder a una necesidad natural que tenemos como personas que es la conmemoración.

En esta ocasión miraremos la segunda: restablecer el equilibrio entre lo que pensamos sentimos y hacemos.

En una encuesta que estamos haciendo sobre las pérdidas el 100% de los encuestados han vivido alguna pérdida en su vida, 21% ha recibido algún tipo de acompañamiento para elaborar el duelo y al 80% de ellos le ha servido la ayuda recibida.

Confirmamos ese 80% al ver el beneficio de la ayuda recibida cuando nos expresan que ya pueden dormir al sentirse descansados y tranquilos; cuando sienten fuerza y energía para atreverse a hablar de lo sucedido o tener una comunicación cordial con su ex; cuando salen decididos a dedicar su tiempo a otra cosa porque comprendieron lo valiosa que es la vida y en dónde aportan más a ella; cuando se le ve al niño o a la niña hablando de su mascota con gratitud y con tristeza al mismo tiempo; cuando las personas se van con el deseo firme de colaborar con la causa diciendo que esto vale la pena; o cuando nos dicen “ahora sí comprendo”, y se disponen a recibir la vida con optimismo y esperanza.

Qué sucede con el otro 79% que no ha recibido acompañamiento? Podemos afirmar con certeza que si no se han entrenado en conectarse con sus sentimientos para descubrir las necesidades, atenderlas y satisfacerlas, viven sus vidas a medias, emocionalmente cargados, tratando de sentirse livianos con conductas que luego lamentan porque no satisfacen realmente su necesidad de crecimiento, de libertad, de consuelo, de conexión, de paz.

Aunque, como plantea Elizabeth Lukas, la persona está concebida para la libertad espiritual y la realización de un sentido en sus actos, no siempre lo logra. Ella dice que la verdadera libertad humana es la que permite hacer que lo bueno ocurra a través de nosotros si lo elegimos.

Optar hacer que lo bueno ocurra a través de nosotros requiere nuevamente un entrenamiento.

Cuando se habla de duelo lo primero que se viene a la mente es muerte, ahora también se piensa en divorcio… pero en realidad lo que quiere decir duelo es la reacción emocional que se tiene ante un cambio o una pérdida. Entrenarnos para reconocer que necesitamos aprender a gestionar las emociones de una manera que nos conduzca a recuperarnos de la pena, la confusión y la sensación de soledad que producen los cambios y las pérdidas.

Este entrenamiento ha de tener en cuenta que si no se toma conciencia de las creencias que están manteniendo el hábito de evitar el mundo emocional, la elaboración del duelo va a ser imposible y se va a trabajar en el alivio en lugar de enfocarse en la recuperación.

¿Tiene sentido recibir esa ayuda que al 80% de las personas que la ha tenido le ha servido? Si la respuesta es sí, entonces tiene sentido elaborar los duelos.

Luz María Tavera

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