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¿Cómo escuchar a una persona cercana en una situación de duelo?

Con frecuencia los familiares o amigos de una persona que está viviendo un duelo nos pregunta cómo ayudarlos, qué hacer o qué decir pues no saben cómo acercarse; en muchos casos toman distancia para evitar pasar por situaciones incómodas.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que la mayor necesidad que tienen los dolientes es hablar del ser querido perdido o de lo que han perdido, por lo tanto les vendría muy bien tener alguien que los escuche. Que realmente los escuche!!

En relación con la escucha el Dr. José Carlos Bermejo Director del Centro de Humanización de la Salud en Madrid,España, indica lo siguiente:

La escucha es, sin duda, una de las formas más eficaces de comunicar respeto. Es la oferta sencilla y humilde de un lugar donde habitar fuera de la propia angustia. El que sufre encuentra en el que escucha realmente, una posada, un templo, alguien en quien vivir, en quien descansar.
Para esta tarea es necesario creer en el valor de la escucha en sí y despojarse de numerosas tendencias en las que caemos cuando nos dejamos llevar por estilos paternalistas o directivos que nos defienden o reflejan escasa capacidad de control en la persona o desmotivación.
Escuchar activamente es un arte difícil que requiere invertir energía y ponerse en sintonía con nuestra propia naturaleza, porque, en el fondo, como decía el filósofo Zenón de Elea hace veinticinco siglos: “Nos han sido dadas dos orejas, pero sólo una boca, para que podamos oír más y hablar menos”.
Escuchar es un proceso psicológico que, partiendo de la audición, implica otras variables del sujeto: atención, interés, motivación, etc. Es un proceso mucho más complejo que la simple pasividad que asociamos al “dejar de hablar”. Como ha escrito el psicólogo Carlos Alemany, escuchar de verdad requiere “un programa de
adiestramiento para operativizar y maximizar nuestros propios recursos personales”.
La sabiduría holística actual nos aconseja poner el cuerpo donde tenemos la mente. Sin embargo sabemos lo difícil que nos resulta hacerlo normalmente. En efecto, como nota Alemany, una persona es capaz de comprender los mensajes verbales de otra a una media de 600 palabras por minuto y solemos mantener una conversación normal entre 100 y 140 palabras por minuto. La conclusión de este dato es obvia: mientras el otro habla, se produce un gran “tiempo libre mental” que solemos usar en preparar la respuesta que vamos a dar, en la pregunta que tenemos que hacer o en las asociaciones experienciales que vamos a comunicar en cuanto nos sea posible meter baza. Usar bien este tiempo libre mental supone vaciarse de sí y centrarse realmente en los significados que las palabras tienen para quien las pronuncian, en el lenguaje no verbal, haciendo el esfuerzo por captar la valoración cognitiva y afectiva que hace la persona que se comunica de lo que intenta transmitir.
Giuseppe Colombero, en el libro “De las palabras al diálogo. Aspectos psicológicos de la comunicación interpersonal”, afirma que “la escucha es un acto espiritual porque está impregnado de competencia interior”.

En conclusión planteamos que para escuchar de manera que ayude, se necesita:

  • Estar genuinamente motivado/a, interesado/a y atento/a a escuchar
  • No emitir juicios, ni opiniones, ni interpretaciones frente a lo que la otra persona dice
  • Sintonizarme con ella, dejarla expresarse con respeto y paciencia.
  • Como dice el Dr Greg Harvey autor del libro Duelo para Dummies, “Lo más importante es que recuerdes que escuchar y manifestar empatía con el dolor de otro no implica asumir ese dolor como propio. No estás ahí para cargar con el dolor de tu amigo, sino para ayudarle a él a cargarlo (y el simple hecho de estar dispuesto a escuchar suele ser una manera muy efectiva de hacerlo)” pag 226.

Luz María Tavera

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